El Principito, imagen del hombre
El
Principito, imagen del hombre
«Cuando el misterio es demasiado
impresionante, uno no se atreve a desobedecer»
ya que se ha saciado de infinito
en la “fuente de agua que brota para la vida eterna” (Jn 4, 14) o ha
contemplado la simplicidad de una rosa. Esta idea es la idea antropológica que
el autor del clásico cuento del Principito plasma en las páginas de este
clásico de la literatura.
Saint-Exupéry escribe su obra, a
primera vista sencilla pero profunda en
sus líneas luego «los adultos han olvidado lo esencial de la vida» pues «lo
esencial es invisible para la vida»
interpelando nuestra actitud de vida como personas que han olvidado la verdad,
la bondad y la belleza que la vida encierra en sí misma y se nos descubre en el
instante en que se vive.
En el desierto del Sahara un aviador,
que la exegesis del libro ha identificado con el autor, se encuentra en apuros
desesperado por lograr sobrevivir al arreglar el motor averiado de su avioneta
en compañía de su soledad espacial y existencial. Pero para su sorpresa es encontrado por un hombrecillo “Sui generis” que retrata vestido como un
príncipe, un principito.
El desconocido le pide por favor el
dibujo de un bozal y una caja para proteger a una altanera rosa de un cordero.
Ella vive en un asteroide B 612 junto al principito en una relación de
codependencia. Este es el motivo del viaje desde su planeta donde cuida una
rosa, limpia volcanes, chaponea boababs y contempla la puesta del sol, las
veces que sean, recordándonos que hemos olvidado la capacidad de admiración
como suele hacerlo un niño « Si no se
hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos» (Mt 18, 3).
Antes de llegar a la tierra encontró
muchos personajes adultos figura de “los
poderosos de la tierra” que viven envilecidos en sus negocios en el mundo y en ellos mismos. No
son felices y no saben cómo es un niño porque han perdido la simplicidad de la
vida. «Los hombres no tienen tiempo de
conocer nada. Compran todo en las tiendas. Pero no hay comerciantes de amigos,
por eso no tienen amigos».
Esta situación es el reflejo del hombre
posmoderno que vive en las arenas movedizas del sin sentido de la vida, la
perdida de los ideales. Pareciera que «El
hombre nunca ha olido una flor. Nunca ha observado una estrella. Nunca ha amado
a nadie. Lo único que ha hecho en la vida son sumas».
Y así fue, el aviador y el principito
vivieron ocho días disfrutando esta historia.
Ocho días en los que el principito domesticó al aviador. Logró tener un
amigo, «es bueno tener un amigo, incluso
si uno va a morir». Efectivamente el principito tenía que morir como un grano
de trigo para tener vida en abundancia.
Al fin de la historia el aviador
terminó de arreglar su avión. Descubrió que el principito tenía lo que buscaba
el cordero y el bozal que se llevaría a su planeta en la noche del desierto.
Era un año exacto de su llegada a la tierra. Tenía que regresar a su planeta a
proteger a su rosa «ya que sólo tiene
cuatro espinas para protegerse del mundo».
Su boleto de regreso fue la mordedura
de una víbora amarilla en el calcañar. Preexistió un pacto sobre el evento. El
amigo del principito lo descubrió así como lo intento detener se le
escapó. Calló muerto en la arena sin
hacer ruido. Pero al final se llevó su cuerpo a vivir a su planeta, a proteger
a la rosa del cordero, pues el bozal no tenía correa para amarrarse.
Así terminó todo al redescubrir el
sentido de una vida monótona. Una vida que aprendió a amar al hombrecillo. Supo
redescubrir que es un ser relacional. En la mañana en que el hombre se enamora
se descubre así mismo. Por esto son importante los amigos. Es tiempo de volver
a ser como niños. «Si entonces un niño va hacia ustedes, si ríe, si tiene
cabello de oro, si no responde cuando se le interroga…adivinarán quien es».
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